Dos síndromes con los que tendréis que tener cuidado si os gusta viajar: El síndrome de París y el síndrome de Jerusalén. El primero tiene cierta lógica porque le ocurre fundamentalmente a japoneses cuando llegan a París y se encuentran con que está llena de parisinos (aguda desilusión). Pero el segundo es mucho más chungo porque te pones una túnica y te vuelves apostol del Nuevo Testamento (no dice si es según San Marcos o San Mateo)